El uso de anglicismos en el español: frecuentes pero innecesarios
Gabriel Del Castillo
¿Con cuánta frecuencia hemos escuchado frases como las siguientes?
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Mi tía tiene muchos followers en su cuenta de YouTube.
O incluso esta, entre entendidos de literatura:
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Los escritores que primero nos vienen a la mente del boom de la literatura latinoamericana son Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes.
El tema del uso de extranjerismos puede llegar a ser controversial, dependiendo de la perspectiva con que se lo mire. La pregunta que surge de inmediato es esta: ¿por qué usamos anglicismos —u otros extranjerismos (première: estreno; baguette: palanqueta; a capella: sin acompañamiento) e incluso latinismos (a contrariis: por el contrario)— si tenemos palabras y frases plenamente asentadas en español que cumplen la misma función? Desafortunadamente, no hay una respuesta fácil a esta interrogante. No obstante, yo me aventuro a mencionar dos posibles causas:
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Hay áreas, sectores o campos del conocimiento que utilizan más extranjerismos que otros, como, por ejemplo, el de la tecnología (software), la televisión (show), la gastronomía (cocktail), la moda (outfit), el deporte (corner) y el automovilismo (grip), por mencionar solo unos cuantos. Esto es inevitable. Todo avanza y se deben crear nuevos términos para definir cosas que antes no existían, o al menos no en todas las culturas. En este caso la solución más común de la Real Academia Española (RAE) suele ser la de emplear adaptaciones gráficas.
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Ciertos grupos utilizan más extranjerismos que otros, por ejemplo, la así llamada generación Y o, como se los conoce ahora, los millennials (¿o debería decir mejor “generación milenaria”, para no emplear un anglicismo innecesario?). A diferencias de otras generaciones, que utilizaban extranjerismos porque los hacían sentirse u oírse más refinados, me atrevería a decir, como parte de esta generación, que nosotros lo hacemos más bien por efecto de la globalización, que en nuestro caso empezó con una gran exposición a la televisión y a la cultura anglosajona, pues la mayoría de películas y series eran de Estados Unidos de América: Luego, por supuesto, vino el Internet, que potenció dicha influencia aún más.
Ahora bien, la clasificación más común de los extranjerismos en diversas gramáticas es la siguiente:
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Extranjerismos crudos. Se emplean tal cual como en su lengua materna, tengan o no un término alternativo en español, y se escriben en cursiva, así: talkshow, airbag, checklist.
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Extranjerismos adaptados. Son aquellos cuya grafía se adapta a la lengua que los recibe, en nuestro caso, el español, así: estand por stand; bol por bowl, cómic por comic.
Pero a estos dos, yo añadiría un caso más, un caso incluso más interesante que el de los dos anteriores. ¿Cuál? Pues este:
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Falsos anglicismos. Estos constituyen el extraño caso de tomar una palabra española o una versión alterada de la inglesa y hacerla pasar por un anglicismo con plenos derechos. ¿Por qué se lo hace? Bueno, solo podemos hipotetizar al respecto, pero puede deberse al prestigio que da decir la palabra en cuestión a la inglesa, incluso si no es una palabra anglosajona propiamente dicha.
Ejemplos: “puénting” en lugar del inglés bungee jumping o en español simplemente “salto desde el puente”. O “parking” en lugar de parking lot, que en español pasa a ser parqueadero (o incluso aparcamiento) o, mejor aún, y sin influjo del inglés, “estacionamiento”.
Posibles soluciones al tema de la invasión de extranjerismos:
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Adaptaciones gráficas: “estand” por stand.
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Equivalentes en español: “puesto” en lugar de stand o “estand”.
De estas dos opciones, la segunda siempre será la mejor alternativa por ser castiza.
Ahora, antes de terminar repasemos algunas dudas básicas que siempre asaltan la mente de aquellos que, por el motivo que fuera, siempre encuentran extranjerismos en su camino.
¿Cuándo se debe evitar el uso de extranjerismos?
Cuando ya existe un equivalente desde hace mucho tiempo en español o, en caso de ser recientes, cuando existe una traducción al español. Ejemplos:
“Regalías” en lugar de royalties.
“Blanqueo de dinero” en lugar de «money laundering».
¿Cuándo, pese a todo, sí es necesario usar anglicismos (o extranjerismos del origen que sean)?
Cuando dichos extranjerismos no tienen aún una adaptación ni un equivalente formal al español. A continuación se mencionan algunas palabras con sus respectivas definiciones, tomadas todas directamente de la 23.ª edición del Diccionario de la lengua española:
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Flash. Aparato que, mediante un destello, da la luz precisa para hacer una fotografía instantánea.
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Collage. Técnica pictórica que consiste en componer una obra plástica uniendo imágenes, fragmentos, objetos y materiales de procedencias diversas.
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Geisha. En el Japón, muchacha instruida para la danza, la música y la ceremonia del té, que se contrata para animar ciertas reuniones masculinas.
¿Cómo los debemos utilizar si no encontramos alternativas en español?
Preferiblemente en cursivas, pero si por alguna razón no se disponen de estas, entonces entre comillas, así: zoom o “zoom”.
Casos polémicos:
hippie. El diccionario de la RAE propone “jipi”. Personalmente, jamás lo he visto escrito así en mi vida.
whisky o whiskey. Es muy probable que encuentre usted el nombre de esta bebida alcohólica escrito de cualquier de estas dos formas, pero no como la adopta la RAE: güisqui.
hacker. Al igual que güisqui, la RAE nos da una opción para adaptarla: jáquer. Pero no creo que alguien la use. La otra opción que propone esta institución como parte de su definición es “pirata informático”. No se usa tanto como hacker, pero sí muchísimo más que “jáquer”.
Dato curioso:
Aunque no es propiamente un anglicismo, es un caso llamativo:
pizza. Por ser un extranjerismo crudo, se debería escribir en cursiva (aunque pocos lo hacen); sin embargo, sus derivados, como “pizzería” o “pizzera/o” sí van en redonda, sin ningún resalte.
Como todo en la vida, y de acuerdo con lo que decía Aristóteles en su Ética a Nicómaco para referirse al comportamiento humano, y que bien puede aplicarse también al uso de extranjerismos, se recomienda aquí un equilibrio, es decir, un término medio: no ser demasiados puristas como para nunca usar extranjerismos, pero tampoco ser tan perezosos como para no buscar alternativas para ciertas palabras que sí tienen un equivalente castizo o una adaptación en español.
Referencias:
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.3 en línea]. <https://dle.rae.es> [10 de agosto de 2020].
Wikilengua (S/F). Lista de extranjerismos http://www.wikilengua.org/index.php/Lista_de_extranjerismos
Fundeu (10 de agosto de 2010). Escritura de anglicismos https://www.fundeu.es/consulta/escritura-de-anglicismos-2297/
Aprende inglés Sila (2018) Falsos anglicismos que usamos en español https://bit.ly/3kAZneJ