top of page

Desafiando el mito de la maternidad : representación de la mala madre en el cuento “Artemisa” 

 

Patricia Álvarez / Valeria Sinche

A lo largo de la historia, la maternidad ha sido entendida no sólo como un acto de reproducción biológica, sino como rol principal del cuidado y crianza de los hijos, papel que tradicionalmente ha recaído en las mujeres. Dentro de la maternidad se encuentra el estereotipo de la mala madre, concepto que generalmente hace referencia a una madre que no cumple con las expectativas idealizadas de lo que implicaría ser una madre ejemplar o buena madre. Respecto a los estereotipos ideales de una buena madre, se le atribuye el instinto maternal innato, y un amor que surge durante la gestación, esto junto a una variedad de valores como “la paciencia, tolerancia, capacidad de consuelo, capacidad de sanar, de cuidar, de atender, de escuchar, de proteger, de sacrificarse, etc”  (Verea, 2004. p. 16). Sin embargo este ideal puede resultar poco realista y nos lleva a reconocer que no todas las mujeres se ajustan a esta imagen. 

En algunos escritos de la autora chilena Pía Barros se explora con profundidad el complejo tema de la maternidad. Ejemplo de ello es el  cuento titulado “Artemisa” (1992), en el cual la protagonista se enfrenta a la presión social de cumplir con el ideal de una buena madre, lo que incluye la expectativa de amamantar, acción que la lleva a sentir resentimiento por su bebé.

Dentro de este contexto, es crucial reflexionar sobre el significado detrás del título “Artemisa” y su relevancia en la obra, en la mitología griega  “Artemisa (…) cuidaba amablemente a las madres cuando daban a luz a sus bebés” (Graves, 1999: 19). Como se observa, el cuidado no va dirigido al recién nacido, sino que le es dado a la madre. Con ello, Barros le da  sentido al relato que explora las consecuencias traumáticas que la protagonista experimenta como madre, así como la búsqueda de atención por encima de su hijo, lo que revela en ella al estereotipo de la mala madre.

Para la protagonista de este cuento, la maternidad no es romántica ni satisfactoria pues sus deseos y expectativas no se cumplen.  Desde esta insatisfacción con el ejercicio de la maternidad, Barros presenta la imagen de la mala madre a través de un personaje para quien el cuidado de su hijo lejos de ser natural es el resultado de la   presión que ejerce la figura del esposo. Además, a pesar del papel materno del personaje, su mayor preocupación es  recuperar su figura y la relación con su esposo. Sin embargo, en un giro fantasioso de la historia, el hambre del infante, así como la presión del esposo logran materializar la pesadilla de la protagonista: ver cómo su cuerpo se reduce a ser el medio de alimentación de su hijo.

El concepto de “malas madres” engloba a aquellas mujeres que no cumplen con las expectativas idealizadas que la sociedad ha construido en torno a la maternidad, estas mujeres son etiquetadas como madres desnaturalizadas, ya que van en contra de la supuesta naturaleza femenina para la cual la maternidad es el destino de la mujer y un medio de realización (Verea, 2004. p. 17). Una característica común asociada al concepto de mala madre es su preocupación por sus propios intereses, y su falta de asunción de la responsabilidad de cuidar adecuadamente a su hijo, en contraposición a lo que se esperaría de una “buena madre”.

En primer lugar, en el cuento de la autora, aparece la protagonista, Luisa, quien siente rechazo hacia la lactancia y su hijo, el cuento narra que “se lo habían puesto en los brazos con un «Felicidades, señora» y ella lo había rechazado con asco” (Barros, 1992. p.  52). Esta descripción representa las emociones que experimenta Luisa, revelando su profundo rechazo hacia la experiencia de la maternidad y reflejando el desprecio que siente hacia su hijo desde el momento en que nació. Guijarro (2015) menciona que “El instinto o simplemente amor, emoción positiva maternal en la madre humana no es, desde luego, algo universal ni autoevidente ni que surja siempre por sí mismo” (p. 195), lo que resalta la discrepancia entre las expectativas sociales y la realidad de Luisa. Para Luisa, la maternidad se convierte en una experiencia abrumadora, sobre todo cuando llega el momento de la lactancia, " horrorizada, tuvo que soportar a ese bicho adosado succionándola. Le dolía y asqueaba” (Barros, 1992. p.  52). Esta descripción ofrece una vívida imagen de la angustia de Luisa frente a la maternidad, reflejada en su rechazo visceral hacia el acto de amamantar. Según Celia Amorós (2010, en García, 2015),  las mujeres  son juzgadas como madres desnaturalizadas en el caso de no optar por el amamantamiento natural (p. 69). Por ello, Barros utiliza el rechazo a dar de lactar como conflicto principal del personaje y desde ahí construye la imagen de una madre desnaturalizada. Además de todo lo dicho, está el hecho de  denominar a su hijo "bicho adosado" expresión que no solo deshumaniza al bebé, sino que lo acerca a descripciones relacionadas con las plagas e insectos que causan repulsión. De este modo, Luisa no solo no quiere alimentar o cuidar a su hijo, sino que siente repugnancia por él.  

En segundo lugar, observamos que la protagonista, Luisa, anhela recuperar el cuerpo que tenía antes del embarazo y la lactancia.  La protagonista está obsesionada con restaurar su figura, que es descrita como delgada, elegante y sensual.  Por eso, pasa horas hipnotizada frente  al espejo buscando la imagen que ella recuerda de sí misma. “Por un instante sospechó que el espejo tenía memoria, que le devolvía una imagen antigua para engañarla, para que estuviera orgullosa y feliz como antes” (Barros, 1992. p.51). Esta cita refleja la división temporal con que Luisa evalúa su cuerpo y a través de él su identidad: antes de ser madre estaba orgullosa y feliz consigo misma, por lo tanto, recuperar la belleza que cree “una imagen antigua” es la forma de volver a estar satisfecha. 

Ahora bien, esta búsqueda por mantener su esbeltez también responde a la intención de ser admirada nuevamente por su esposo, como se observa a continuación “Luisa le aguardaba con su mejor blusa y su actitud felina y aniñada de los primeros tiempos. “Tengo todo preparado, amor, te esperaba’, hizo ademán de ir a llenar los vasos, pero fue interrumpida por ‘¿y mi hijo?’ ” (Barros, 1992. p.54). Como se observa, Luisa prepara una atmósfera propia para la intimidad de pareja y para ello combina el arreglo personal con la actitud de servicio para su esposo. Está búsqueda de validación a partir de la seducción y por lo tanto de la belleza física es una característica que aparece y se incrementa en espacios donde el sujeto femenino es “valorado solo en su materialidad de cuerpo suministrador de placer, objeto de admiración estética o medio de reproducción" (Ramos 2014. p. 158). Lo que explica la obsesión de Luisa por su cuerpo. 

En tercer lugar, Barros, en este relato  emplea elementos fantasiosos, para materializar el mayor miedo de Luisa. Su cuerpo deja de ser atractivo al verse cubierto por pezones, y además queda reducido al medio de alimentación de su hijo ya que secreta leche involuntariamente:

Luisa despertó sola y horrorizada. Tenía el cuerpo cubierto de tetillas y de cada una manaba leche. El niño mostraba su hambre revolviéndose inquieto en la cuna. La cama estaba empapada. Trató de levantarse, pero se sentía a cada instante más débil y adormecida. (Barros, p. 57) 

Esta lactancia obligatoria que ya ni siquiera requiere de que sostenga al bebé pues la leche emana de  todo su cuerpo y llega a su hijo a través de las fibras de la tela, tiene una implicación importante. y es que el personaje se ve imposibilitado de desligarse de este rol que odia, al punto que su cuerpo cambia para satisfacer las necesidades del hijo. De este modo, la mala madre queda condenada a servir a su hijo a pesar de que siente asco por él.

Finalmente, en el cuento de Pia Barros se explora la figura de la mala madre, este cuento desafía a los ideales convencionales que se han construido en torno a la maternidad, a través del personaje de Luisa. La autora ilustra cómo las expectativas sociales y las presiones, pueden llevar a experimentar una maternidad conflictiva y llena de desilusiones. “Artemisa” cuestiona los ideales preconcebidos de la maternidad y nos lleva a reconocer que ser una buena madre puede significar diferentes cosas para diferentes individuos. A partir de esta exploración es importante reflexionar sobre la importancia de permitir a las mujeres explorar y definir sus propias experiencias maternas, liberándolas del peso de las expectativas que se han construido.

Referencias

 

Badinter, E. (1981). ¿Existe el amor maternal? Paris: Paidos, Ibérica. https://kolectivoporoto.cl/wp-content/uploads/2015/11/Badinter-Elizabeth-Existe-el-amor-maternal.-Historia-de-la-maternidad-siglo-XII-al-XX.pdf 

Barros, P. (1992). Artemisa. Chile: Asterión.  https://vdocuments.mx/pia-barros-artemisa.html?page=3 

Cuesta, L. S. (2008). Propuestas teóricas feministas en relación al concepto de la maternidad. Ecofeminismo. Teoría, crítica y perspectivas, 174. https://riull.ull.es/xmlui/bitstream/handle/915/14275/CL_07_%282008%29_11.pdf?sequence=1&isAllowed=y 

Friedan, B. (1963). La mística de la feminidad. Madrid, España: Cátedra. http://www.aelatina.org/wp-content/uploads/2020/12/la-mistica-de-la-feminidad-betty-friedan-1.pdf 

García, I. A. (2015). Feminismos y maternidades en el siglo XXI. Dilemata, 69. https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=&cad=rja&uact=8&ved=2ahUKEwjB-

 

fyY0ZSEAxULRjABHfnBCywQFnoECBYQAQ&url=https%3A%2F%2Fdialnet.unirioja.es%2Fdescarga%2Farticulo%2F5106934.pdf&usg=AOvVaw3T44AJXPXz_KcS7Gi58NBA&opi=89978449 

Guijarro, E. M. (2013). Lactancia materna y revolución, o la teta como insumisión biocultural: calostro, cuerpo y cuidado. Dilemata, 180. file:///C:/Users/ASUS/Downloads/Dialnet-LactanciaMaternaYRevolucionOLaTetaComoInsumisionBi-4195869.pdf 

Ramos, M. M. (2014). "Artemisa" de Pía Barros o la construcción literaria de una maternidad compleja. Logos Universidad, 158. https://revistas.userena.cl/index.php/logos/article/view/472/pdf_26 

Suscríbete y recibe las nuevas publicaciones de Ripio

  • Facebook

©2020 Revista Ripio. Diseño web Leonardo Pinto ​

bottom of page