top of page
Entre olores y brechas de género: un acercamiento a la narrativa de Gilda Holst

 

Paula Alvarado / Karen Contento

El cuento “Reunión” se encuentra dentro del primer libro de relatos de la autora Gilda Holst, titulado "Más sin nombre que nunca" (1989). Este relato se sumerge en las problemáticas de género contemporáneas, y desde una perspectiva feminista ofrece una crítica sobre los roles y los espacios asignados en función del género. Dentro de “Reunión”, Holst presenta a una protagonista y narradora aparentemente perteneciente a una clase social alta. Esta mujer asiste a una reunión de excompañeros de su esposo y al momento de exponer sus opiniones sobre temas masculinos, transgrede las normas patriarcales impuestas, así como los roles de género asignados a la mujer, por tal motivo, de su cuerpo empiezan a emanar fuertes olores que provocan el rechazo de su propio esposo y amigos.

Estos olores que desprende la protagonista forman parte de los elementos abyectos, que, según  Kristeva (1988) pueden entenderse como  “ aquello que socialmente perturba una identidad, sistema u orden y es expulsado o marginado”. Dentro del relato, los olores que causan repulsión y producen la expulsión de la protagonista se asocian con la sangre y el sudor. Así, los estándares de belleza y aseo que se esperan de una dama de alta sociedad se incumplen, lo que produce la expulsión de la protagonista. Ahora bien, hay que recalcar que estos olores se producen en el momento en que ella trata de hablar en un espacio reservado solo para hombres, por lo que se entiende que lo abyecto no solo es el olor, sino que este señala la intrusión del cuerpo femenino en un espacio que no le corresponde. Esto se hace evidente dentro de este fragmento del relato

Me levanté y caminé hacia los hombres […] Se hizo un silencio y vi la cara de Roberto desencajada […] Los otros no sabían dónde mirar y se sintieron incómodos sin saber qué hacer. Entre mis piernas, un olor a sexo se había empezado a filtrar y todo el mundo lo había percibido. (Holst, 1989)

En el fragmento se describe como la presencia de la protagonista incomoda tanto a su marido como al resto de hombres, solo al final aclara que la reacción se asocia al olor a sexo. Lo que permite entrever que la sola presencia femenina en el espacio no asignado ya produce cierta incomodidad o extrañeza que luego se justifica con el olor. Finalmente, el hecho de que todo el mundo perciba un olor corporal, intensifica el desagrado y apunta a la protagonista como un foco de impureza, e insinuación sexual que produce la vergüenza del esposo  y el rechazo general de la sala.

De este modo, la protagonista se encuentra en una posición de vergüenza y culpabilidad pues sus olores corporales han irrumpido en la sala, lo que debía mantenerse en privado u oculto ha sido expuesto. Por ello hace un intento de complacer a su marido:

Cuando llegamos a la casa, Roberto me dijo de sucia para abajo […] Me lavaba de tres a cinco veces diarias y me ponía talco y colonia otras tantas veces […] Jamás, en ninguna circunstancia; salía a la calle sin lavarme […] A Roberto lo noté contento porque en esos meses nunca tuve que decirle: espérate que me voy a bañar. (Holst, 1989)

El intentar complacer a su pareja, obliga a la protagonista a cambiar para así  adaptarse a una sociedad donde es notoria la dominación que se ejerce sobre la mujer, al punto de llevar su higiene personal hasta un límite fuera de lo común, esto como un intento de que su cuerpo se perciba como un templo sin mancha, es decir,  ser aceptada socialmente.

Durante la reunión, la exclusión de la protagonista y las demás figuras femeninas se debe a que existe la presencia de las relaciones de poder. Ramírez y Posso (2012) mencionan que “el ser humano ha llegado a ver el poder como una posibilidad de imponer el control sobre otros u otras”(p.27). Estas desigualdades de género se manifiestan en un particular acto, en el cual se demuestra el comportamiento masculino dominante, en el cual centraliza el espacio del mismo excluyendo así las convicciones femeninas:

A las mujeres nos dejaron en un rincón mirándonos con  caras neutras y aburridas, obviamente sin nada de qué hablar […] En la sección de mujeres ni siquiera se pretendía hablar o saber de otros temas que no eran las empleadas o los niños. (Holst, 1989)

La protagonista y las demás mujeres asumen una función decorativa para complementar a los hombres, de esta forma, hace alusión al dicho común “las mujeres calladitas se ven más bonitas”, dando a entender que la belleza y la inteligencia en las mujeres no se puede dar. Dentro de los roles de género, lo que se espera de ellas es que solo puedan tratar temas de belleza, y quehaceres domésticos, para así mantener esa pureza que las caracteriza.

Tras las vergüenzas y los rechazos que la protagonista tuvo que afrontar, poco a poco empieza a cambiar su percepción sobre su olor hasta el punto de llegar a acostumbrarse. Esta aceptación indica el inicio de un pensamiento emancipador femenino:

[…]pero cosa extraña, mi olfato empezó a acostumbrarse. Acepté la idea de que tenía que ser así. La costumbre de tenerlo siempre hacía que a veces ni siquiera me acordara. Otras, yo misma lo buscaba. Adquirió vida propia, unas veces era muy fuerte, otras tenue y dulzón, otras, extraño y nuevo. Sigue habiendo mucha gente incapaz de tolerarme, pero ya no me importa, me gusta percibirme con mis olores. (Holst, 1989)

Al analizar cómo la protagonista femenina se enfrenta y desafía las expectativas impuestas que se sumergen en las dinámicas de poder comprendidas por dominador y dominado, se puede evidenciar la ruptura de las relaciones de poder,  al momento en que la protagonista decide aceptar el desprendimiento del olor a sexo de su cuerpo enfrente de las figuras masculinas, sin importar que la ubiquen como una máquina descompuesta en su tema de discusión. En este contexto, se manifiesta la liberación de la protagonista ante la subordinación masculina tanto de su esposo como del patriarcado en general.

Basándonos en esto, podemos concluir que, Holst usa a la protagonista como medio para exponer la necesidad de que se respete la perspectiva intíma femenina  fuera del canon establecido por el orden patriarcal, ya que en la misma, podemos ver a una mujer ser objeto de discriminación al exponer sus convicciones, metafóricamente con el uso de su olor a sexo, mismo que provoca rechazo en las figuras masculinas, sin embargo, llega un punto en que la mujer rompe las cadenas de la subordinación femenina y con ello dejar su voz en alto con el fin de defender su postura como una mujer libre, ante la dominación de su esposo Roberto.

Bibliografía.

 

Holst, G. (1989). Reunión. Más sin nombre que nunca. Cadáver exquisito.

 

Kristeva, J. (2006). Poderes de la perversión. Editorial: Siglo XXI Editora Iberoamericana https://museofeministavirtual.com.ar/wp-content/uploads/2021/06/Kristeva-Julia-Poderes-de-la-perversion.pdf

Ramírez, N y Posso, M. (2012). Relaciones de poder entre hombres y mujeres: su influencia en el desarrollo de enfermería. Enfermería en Costa Rica, (33)1, 27. https://revista.enfermeria.cr/wp-content/uploads/2021/03/Revista-Cientifica-3312012_compressed.pdf

Suscríbete y recibe las nuevas publicaciones de Ripio

  • Facebook

©2020 Revista Ripio. Diseño web Leonardo Pinto ​

bottom of page