Historicidad y tradicionalidad en el Cantar de Mío Cid: una perspectiva desde la caracterización de los personajes según Webber
Claudia Rodríguez
Los cantares de gesta siempre han estado sujetos a múltiples discusiones y estudios que intentan comprender o verificar si son producto de la tradicionalidad, de la historicidad, o de ambas debido a la complejidad atemporal en que fueron escritos y continúan leyéndose. Por dicha razón, se abordarán perspectivas relevantes respecto a la caracterización de los personajes en el cantar de Mío Cid como un punto significativo para comprender el grado histórico y tradicional según Ruth Webber, en virtud de que ofrece una lúcida relectura de estos estudios.
Para entrar en contexto, los cantares de gesta fueron la expresión literaria genuina en la Edad Media. Se trata de una poesía popular por excelencia que cuenta una narración épica. Generalmente, eran escritos por trovadores y divulgados por juglares. Estos cantares de gesta guardaban puntos muy comunes, el principal era mostrar a un héroe arquetipo con muchas virtudes y valores. De acuerdo con Morales, la literatura épica “es un género literario caracterizado por un significativo componente discursivo, determinado por un lenguaje formular, y configurado de manera tradicional en un entorno cultural con unos valores particulares, los cuales se concretan en una noción de heroicidad ligada al destino” (2016, p. 7).
El cantar de Mío Cid también forma parte de estas cualidades atribuidas a los cantares de gesta, en vista de que Rodrigo Díaz de Vivar, personaje protagónico, se describe como un caballero heroico, como un hombre leal a las leyes, compasivo, valiente, justo, fiel creyente de Dios, demuestra amor por la familia y honor en la batalla; su primordial afán es encontrar el honor que ha perdido ante el Rey Alfonso VI. Al respecto, estas características bien pueden tratarse de cualidades fidedignas puesto que son caracteres propios de la épica medieval, sin embargo, su religiosidad patentiza veracidad en cuanto a las creencias e ideologías conservadas por la sociedad.
Otro aspecto importante, respecto a la aparición de los personajes en el marco de tradicionalidad según Webber
Es el conflicto entre la presión histórica y la presión temática tradicional que motiva la invención de otro fiel compañero del Cid, Martín Antolínez, libre para acompañarle en cualquier momento. Si esto se debiera a un plan artístico, ¿se permitiría tal confusión de papeles? (2016, p. 588).
Para la autora, la creación de este personaje se debe más a aspectos de literacidad tradicional, ya que los héroes en la épica estaban acompañados por sus fieles vasallos. Asimismo, Pedro Bermúdez, otro vasallo del Cid, se presenta como un ser enigmático y heroico, sus acciones se ejecutan por razones personales más que honorables, por lo que se especula que su presencia es para entrar en contraste con la honorabilidad de Rodrigo Díaz de Vivar.
Por otro lado, otro asunto importante, y que no necesariamente tiene que ver con las características de los personajes, pero sí con las razones y detalles que atribuye el cantar para generar intriga en estos personajes durante la trama, es el uso de silencios que se organizan de manera precisa y perspicaz, tal como precisa De los Reyes:
« […] pues la articulación de un enemigo en la sombra, por ejemplo, para dar cauce poético al enemigo secular del Cid, García Ordóñez, no parece indicarnos en absoluto, ni en el poeta, ni en el público, la tradicional ingenuidad que, en ellos, parecen presuponer los modelos arquetípicos y tradicionales de la épica» (2001, párr. 6).
En este punto, al mantener la personalidad escondida de los enemigos del héroe supone una peculiaridad muy común de la épica medieval, y más notorio es que García Ordoñez desprende una actitud envidiosa hacia al héroe, el Cid, al intentar poner en duda su valor ante el rey, y que se manifiesta en la corte al final.
La autora, además, hace hincapié en las parejas de personas formadas por las hijas del Cid, doña Elvira y doña Sol, los infantes de Carrión, Diego y Fernando, los prestamistas, Rachel y Vidas, y los dos reyes moros, Fáriz y Galve. Se distinguen entre sí por muy poco; hablan casi siempre de una voz y desempeñan un solo papel. Para Webber, las actitudes de estos personajes son comportamientos que responden al canon épico sugerido por Olrik, así como la regla de tres, la del contraste, la de los espectáculos y la regla de concentración (2016, p. 588).
Por otro lado, es imprescindible hablar de las mujeres y sus características que muestran moldes clásicos de la épica: por un lado, están las conductas de obediencia, obligación y paciencia y por otro es claro que la representación de la mujer también está ligada al deseo de casarse y que las expectativas sobre su pareja se construyen alrededor de la figura del héroe. En este caso, Doña Ximena se queda en el monasterio junto a sus hijos esperando pacientemente la llegada del Cid campeador y pide a Dios ante el altar de Cardeña reencontrarse con su esposo. Asimismo, doña Elvira y doña Sol, hijas del Cid, quienes muestran una total obediencia a su padre, de ahí el carente cuestionamiento respecto a su matrimonio con los infantes de Carrión. Desde esta perspectiva, Webber no habla del papel femenino en rasgos profundos, únicamente las menciona al referir las parejas de cuatro como relativo en los cantares de gesta. Tampoco se expone acerca del papel legislativo que desempeñaban las mujeres en la sociedad del medioevo en términos de historicidad ni se describe a la épica medieval en términos de tradicionalidad. No obstante, esta explicación aparece resumida en el relato de los infantes de Carrión a través del maltrato que estos propinan a sus esposas. Hecho que Webber describe como un episodio frecuente en varios poemas épicos franceses, asimismo, la buena mujer brutalizada es otra temática que tiene la epopeya castellana y francesa. El papel de la mujer, como víctima, no solo es frecuente en la épica, pues es muy vasta la literatura que abarca este tema, por lo que supone otra discusión más en el cantar de Mío Cid.
En cuanto a los infantes de Carrión, se configuran dentro de un marco social, no se centra un argumento en el paso de caballeros a infames, sino en decir que el hecho que se casaran con las hijas del Cid responden a un gusto público; los hijos de estirpe casados con las hijas del héroe idolatrado, esto habría sido reforzado por un «motivo folklórico».
La caracterización de los personajes históricos en el cantar cidiano, discrepan entre históricos y al mismo tiempo tradicionales de la épica. Pues, cuanto más se intenta explicarlos desde un canon épico, más supone comprenderlos desde la tradicionalidad y Webber enfatiza que estos aspectos se resumen en una verdad atemporal, universal. La implicación de comprender el cantar de Mío Cid y su genialidad, no solo por la caracterización de los personajes, sino por las tantas situaciones intelectuales y muy bien gestionadas, es precisamente el tiempo en que se creó como producto de la oralidad hasta su tardía transcripción escrita, de manera que se exteriorice la razón de su génesis.
Bibliografía
De los Reyes Perez, N. El poder del silencio: La función determinante de las heroínas discretas en los cantares de gesta castellanos. Parnaseo.
Morales, R. H. (2016). Épica: definiciones enciclopédicas. Universidad de Costa Rica, 4 (1), 4-12. 10.15517/rk.v40i3.29174
Webber, R. (2016). Historicidad y tradicionalidad en el Cantar de Mío Cid.