"La pierna”: un análisis de los secretos familiares y sus implicaciones en la obra de Solange Rodríguez Pappe
Joel Alvarado / Alicia Gálvez / Ronald Ocampo
Balas Perdidas de Solange Rodríguez Pappe es un libro de cuentos de temática variada en el que se exploran diversas situaciones que cuestionan los límites entre la realidad y la fantasía. Uno de estos relatos es "La pierna", donde se narra la historia de una madre que administra una hacienda junto a sus doce hijos. Sin embargo, ella es víctima de un mal en su pierna que poco a poco se hace más presente, requiriendo la atención total de sus hijos y llegando a aplastar, literalmente, la figura de la madre al final. La autora presenta un ambiente campesino desde la perspectiva de una vecina, quien se entera de los acontecimientos mediante chismes u observaciones.
Es en este contexto, nace la duda sobre la función de la pierna dentro de la narrativa, un leitmotiv que se hace presente desde el inicio del relato y va creciendo hasta convertirse en un personaje más. Es por ello que mediante un análisis detallado se observará si la pierna enferma de la madre podría funcionar como el simbolismo de algún secreto familiar vergonzoso que tanto ella como sus hijos intentan ocultar.
Para empezar, es necesario observar la forma en la que se construye el relato a través de términos como “parece”, “rumoran”, “se dice” y “comentan”, los cuales usa frecuentemente la narradora, que a su vez es la vecina de la familia en cuestión. Esta narración se conoce formalmente como narrador testigo, es decir, la historia está contada desde la perspectiva de uno de los personajes, quién es espectador e interviene desde fuera de manera pasiva. Según Pulido Herráez (2013) en una narrativa literaria, este tipo de narrador cumple la función de proveer de una única forma de comprender el mundo en el que habita. Es a través de esta voz que los lectores registran una "verdad", que puede estar distorsionada por la naturaleza misma del narrador o por su fuente de información.
El siguiente fragmento del cuento ejemplifica lo expuesto: “Lo nuestro comienza aquí, lo suyo empieza allá, pero en medio del descampado uno tiene que escuchar. Es inevitable escuchar.” (Rodríguez Pappe, 2010, p. 22), esta expresión de la narradora sugiere una división entre los asuntos ajenos de los que no debería ser testigo y los asuntos propios. El "descampado" en cambio es un espacio abierto donde la información se filtra aunque de manera involuntaria, por eso la voz narrativa habla de tener que escuchar, como si se tratara de una obligación. Luego, dice "es inevitable escuchar", lo que sugiere que, incluso si uno no está directamente involucrado en ciertos asuntos, es difícil evitar enterarse de ellos.
Es importante destacar que este narrador testigo reconstruye los acontecimientos que surgen a partir de chismes, de un secreto del que sólo se rumorea o se hace visible a través de las cortinas. A partir de esta forma narrativa el lector accede por primera vez a la pierna enferma de la madre: “Parece que la historia comenzó cuando la piel del muslo adquirió un tono lechoso brillante” (Rodríguez Pappe, 2010, p. 21), nótese que la voz narrativa no asegura nada, sino que el significado se matiza con la palabra “parece”. Otra cosa que hay que destacar de la cita es el color poco usual de la pierna el cual, dentro del simbolismo literario, los tonos blanquecinos y brillantes son usualmente asociados con la revelación de la existencia de algo y con la muerte (Bernal Muñoz, 2002). Por lo tanto, esta primera descripción visual de la piel del muslo de la madre podría sugerir la exposición de algo que ha estado oculto. Además, el uso de la palabra "brillante" intensifica la sensación de revelación, como si la verdad estuviera a punto de salir a la luz.
Así la enfermedad parece revelarse, tal como ocurre con los secretos. Del mismo modo, la madre pretende fingir que la pierna no está enferma, que no hay secretos y por lo tanto, nada debería cambiar, de ahí que cuando los hijos insisten en llevarla al pueblo para que la revise un doctor, ella “insistió en que estaría bien, que ya se le pasaría la enfermedad” (Rodríguez Pappe, 2010, p. 21), y más adelante al volver del pueblo la voz narrativa afirma:
Ella hubiera querido que todo siguiera como antes, con los perros durmiendo al calor de su muslo hinchado y con la rutina de arriar a los cerdos —que ya para ese entonces se comían los retoños de sus propios sembríos—. Así que ella jugó a volverse un mueble, un enorme mueble blanco que no contestó las preguntas del médico y que nunca más les volvió a dirigir la palabra a sus vástagos. (p. 23)
La cita ilustra cómo la madre acepta la enfermedad, por eso prefiere tener el muslo hinchado a exponerse frente al médico. Además el muslo hinchado representa un estado de las cosas, un antes cuando las rutinas se mantenían y los perros descansaban junto a ese mismo muslo enfermo. Finalmente, en la cita es claro que la estrategia que utiliza la madre es la del silencio, decide no hablar con los médicos de la enfermedad y no hablar con sus hijos. El silencio, por lo tanto, mantiene el status quo que ella tanto desea.
Este tratamiento de la enfermedad como un secreto, como una vergüenza que debe mantenerse oculta crece a lo largo del relato. Sontang (2003) explica que las enfermedades, en especial las que se pueden ver o exteriorizar, son generalmente comprendidas como un escándalo, algo que podría comprometer las vidas de las personas que las padecen y por lo tanto tienden a ser más reservadas con estas, a ocultarlas y tratarlas con metáforas. Es por ello que se considera que la enfermedad de la pierna puede relacionarse con algún secreto que la madre no quiere exponer a la sociedad porque puede armar un escándalo, por eso la salida de la madre al pueblo queda descrita de la siguiente manera: “Los vimos partir en aquel camión de flores como si fuesen una comitiva de circo. La madre volvió hecha una furia muda, no les perdonó llevarle la contraria” (Pappe, 2010, p. 23).
La madre se aferra a su posición de ocultamiento, reforzando así la noción de que la enfermedad que padece vendría a representar algún tabú social. Su reacción refleja la lucha entre la necesidad de recibir ayuda por algún problema y el deseo de mantener las apariencias ante los demás. El simbolismo del camión de flores refuerza su sensación de exposición, es decir, se siente exhibida y traicionada por sus propios hijos los cuales, ante el intento de ayudar, terminaron mostrando de forma más abierta este secreto.
Es en este punto de la historia cuando la narrativa comienza a personificar a la figura de la pierna, en otras palabras, pasa de ser un objeto narrativo a ser un personaje al que se le asignan emociones y necesidades. La personificación de la pierna como un ser con cualidades propias marca un cambio significativo en la percepción del secreto familiar. La pierna ya no es simplemente un símbolo de la enfermedad o un problema físico a resolver, sino que se convierte en una presencia tangible en la vida cotidiana de la familia: “Rumoran que la pierna parecía lo único tranquilo en esa casa; en su contundencia había algo de la calma de las rocas, algo de hielo o de un pedazo de sal” (Pappe, 2010, p. 23). Aquí se evoca la idea de que la pierna se convierte en un testigo silencioso de los eventos familiares que su presencia y necesidad de ocultamiento ha provocado.
Esta personificación de la pierna contrasta con la despersonalización de la madre y ambas figuras comienzan a ser descritas de la siguiente forma: “Aplicaban ungüentos (...) para mantener fresco a aquel otro ser que había empezado a ocupar sus vidas. (...) cuentan que la madre apenas si probaba bocado, apenas si gemía, pero la pierna tenía demandas urgentes” (Pappe, 2010, p. 24). Esta dualidad en la atención y cuidado entre la pierna y la madre sugiere una compleja dinámica familiar en la que la pierna, representando el secreto familiar, se convierte en una carga abrumadora que literalmente aplasta a la madre. Este peso simbólico pasa de la madre a los hijos, de ahí que se dediquen a aplicar ungüentos e intenten mantener oculto el olor de la pierna. Pero los olores, al igual que los rumores siempre se filtran, por lo que las demandas de la pierna crecen copando en absoluto la rutina de los hermanos.
La historia termina de manera trágica, con algunos hijos prefiriendo abandonar el hogar familiar mientras que los que quedan se reducen a asaltar por las noches en busca de provisiones, la madre muere aplastada por el peso de la pierna mientras que esta última es descrita como un ser adorado por los hijos restantes y es totalmente personificada:
Algunos sabemos —ya he dicho que con tanto silencio es inevitable escuchar—, que ciertas madrugadas forman un círculo junto a la gigantesca pierna y dan inicio al ritual: canturrean, se inclinan hasta tocar el suelo con los labios y cuando levantan los rostro flacos, mojados de lágrimas y de sudor, hasta pueden ver en la superficie de aquella extremidad amoratada, unos pequeños ojos acuosos que han surgido donde antes parecía que estaba la rodilla. (Rodríguez Pappe, 2010, p. 25)
Como es evidente, la dinámica familiar y de cuidado a la hacienda se quiebran por completo, lo único que une lo que queda de la familia es la adoración por la pierna que se ha convertido en un rito y por lo tanto cumple una función. Según Malinowski (2000) los ritos cierran e inician ciclos, pueden tener fines curativos, introducen a alguien en una comunidad o un arte, o están asociados a la brujería, pero en todos los casos conectan a los individuos con algo más allá del mundo tangible y con la comunidad que accede al ritual. De ahí que los hermanos que permanecen en la finca encuentren en estos cantos y en la contemplación de la pierna una razón para permanecer juntos y de cierta manera cuidar la tradición instaurada cuando su madre estaba en vida. Mientras que aquellos que no acceden al rito quedan fuera del círculo familiar, pero se liberan del cuidado del secreto que la madre pretendía mantener oculto.
En última instancia, la pierna enferma de la madre supera los límites de una enfermedad común, su centralidad en la historia, la forma en que complejiza las dinámicas familiares y los intentos de la madre por fingir que no hay nada que sanar, así como de los hijos por ocultar sus olores, la convierten en una metáfora poderosa de un secreto familiar vergonzoso. Al explorar la evolución de la pierna como personaje dentro del relato, desde su introducción como un problema físico hasta su transformación en una entidad con demandas y presencia propias, se evidencia un peso emocional y psicológico dentro de la familia. La dualidad entre la madre y la pierna, así como las reacciones de los hijos ante cada una, subraya la lucha interna entre la preservación de la imagen pública y la confrontación de una verdad incómoda. La conclusión que se puede extraer es clara: la pierna enferma simboliza el peso aplastante de los secretos no resueltos y las tensiones familiares que, tarde o temprano, cobran su peaje.
Referencias bibliográficas
Bernal Muñoz, J. L. (2002). El color en la literatura del modernismo. Anales de Literatura Española, (15), 171-191.
Mialinowski, B. (2000) El Arte de la magia y el poder de la fé. Mito, rito símbolo, lecturas antropológicas. Instituto de antropología aplicada. 35-48
Pulido Herráez, B. (2013). Juan Rulfo, el arte de narrar. Latinoamérica. Revista de estudios Latinoamericanos, (56), 284-290.
Rodríguez Pappe, R. (2010). Balas perdidas. Gobierno de la Provincia de Pichincha. http://sitp.pichincha.gob.ec/repositorio/diseno_paginas/archivos/Libro%20Balas%20perdidas_Solange%20Rodr%C3%ADguez%20Pappe.pdf
Sontang, S. (2003). La enfermedad y sus metáforas. El sida y sus metáforas. Taurus.