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Sara Montaño, poesía breve y desde el cuerpo

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Sara Montaño (1989) ha incursionado en las letras desde muy joven. Escribe poesía y narrativa; además es licenciada en psicología de ahí también refleja gran parte de sus obras. No solo ha publicado obras a nivel nacional sino también internacional.

¿De dónde nace el apego a la literatura en especial al género de poesía?

Desde muy pequeña, siempre fui pegada a los libros. Mi papa solía leerme poesía entonces de ahí nace ese apego. Siempre estaba pendiente de lecturas y después de estudiante universitaria empecé a escribir poesía como hobbie y para sacar un poquito de mis sentimientos.

¿Cómo es Sara ante una hoja en blanco?

La verdad, me baso en muchas cosas. Antes solía hacer poesía muy confesional. Poco a poco fui saliendo y observando las cosas de mí alrededor e interesándome por cosas sociales y temas feministas.  Ese movimiento que conlleva una búsqueda de equidad de la mujer ante la sociedad y además la lucha por la no violencia de género.

Al leer su obra es claro que su interés por el campo del psicoanálisis. ¿De dónde surge este interés? Y ¿qué otras temáticas le interesa?

Bueno te comento que yo me gradué en psicología, entonces, siempre hay ese interés en indagar las causas que subyacen al comportamiento humano. Leí el libro 4-48 de la escritora Sarah Kane, ella lo escribió en un centro psiquiátrico debido a que fue una paciente del lugar. Después de escribirlo se suicidó; la verdad este libro me conmovió muchísimo y a partir de eso escribí un poema.

En su poesía también se referencia el cuerpo en distintas dimensiones. ¿Con qué intención se recrean estas imágenes?

Es el interés de plasmar como el cuerpo de la mujer es afectado por la sociedad, y como se relacionan.

¿Con qué recursos elementos del lenguaje le interesa experimentar? ¿Qué sensaciones pretende transmitir con su poesía?

 Te comento que me gusta explorar estilos diferentes, me gusta mucho la poesía breve que intenta llegar con exactitud al lector, también la poesía que narra una historia; entonces, todo depende de lo que quiera contar.  Por otra parte, cuando intento hablar sobre un pensamiento, una reflexión sobre filosofía, los poemas son más simbólicos y más encriptados.

Se habla mucho de sus escrituras inacabadas y de la reescritura. ¿Cuándo decides que un poema está acabado?

Yo era mucho de dejarme llevar, escribir sin saber que iba escribir, era una escritura espontanea más del momento, en cambio, ahora me fijo en el   objetivo de una historia y trato de saber en qué quiero que acabe este poema, pues todo depende como surja el poema. Si es algo que quiera presentar para un concurso, ahí necesita mayor rigurosidad y técnica y, por supuesto, pulir más el trabajo. Entonces, todo depende de la intención al momento de escribir el poema.

¿Cómo describes el ambiente editorial de Loja?  ¿Qué significa ser escritora joven en esta ciudad?

En Loja es seguir luchando contra el egoísmo, la competencia, es tratar de hacer que tu voz se escuche.

¿En qué proyectos estas trabajando actualmente?

Estoy terminado de escribir poemarios que estaban inacabados, me invitaron a un festival este año (2020). También haré la presentación de un libro que publiqué en Argentina y trataremos de hacer un recital con poetas nacionales.

¿Un libro?

Un libro puede ser, siendo súper cursi… un amigo porque te lleva a conocer otros mundos, otras perspectivas, fuente de conocimiento, adentrarte a ti misma sobre tus creencias y aprender nuevas cosas. 

 ¿Una canción?

Me gusta mucho la canción de las Simples Cosas, porque dice la verdad. A veces, sueles alejarte de lo que amas para conseguir las cosas que piensas tener; pero finalmente siempre necesitas de las personas que están contigo y siempre han estado a tu lado.

Tártaro presenta

Forasteros del silencio

Opacas el cielo nocturno con tus dientes de niebla

y todas las palabras son abejas que mueren

en los pétalos carnívoros de tu boca.

Caminar de rodillas sobre la arena  del tiempo.

Dejar migas de sangre al recuerdo.

Poblar la tierra con la marabunta salvaje

de la tristeza,

nos hizo creer que podíamos conquistar

el paisaje solipsista de los miedos.

Somos animales nerviosos que devoran

su identidad y la convierten

en el montículo de su olvido.

La lluvia es un síntoma de huida, dices

y ya eres una lágrima  en mis ojos

que desaparecen

como un pájaro devorado por la noche.

 

  Montaño, S. (2017)

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