Ausencias
Lady Balladares
Mi retina absorbe el paisaje asfáltico, uno
que no vimos juntos, pero vimos los dos.
Los niños en la calle, son bucles de mi
propia infancia. De pies a medias lunas de
graduador, elevándome sobre mi propio yo,
liviana de tanto, ligera y desconocida de ti.
Entonces tu ausencia se cuela, y como
combos que golpean suena y sacuden mi
calma y no hay más ruido que tu ausencia.
Y del mismo asfalto se levantan dudas. Y de
todas las puertas ninguna es luya.
Una sed ácida me despierta al tráfico.
Ventanas corridas saludan. Y yo respondo
tácita, taciturna.
Circunvalando en tu lado geográfico de esta
tierra tan mía, tan cítrica, tan con ansias en
sus semillas y que la muerdo y que me
nacen flores. Flores esperanza cuando a lo
lejos hay máquinas trabajando al ritmo
exacto de algún recuerdo mío que es tan
tuyo, involuntariamente tuyo.
Y con ellos voy minando los semáforos,
como niña cazadora de pájaros, te los dejo
como catas, para que te golpeen.
Y siendo no más esa mi táctica de guerra,
me voy sin paz, hacia el este, al refugio de
mi franca soledad, al que inescrutablemente
vuelves a escarbar.
Y yo que de tanto imaginarte te transfiguro.
Te veo transformarte en muro, y que no
vuelas y que te siembras a hierros trabados
en el centro del miedo más oscuro.
Y te esculpo alas con el pico y te trizo las
entrañas, y me calman las arañas que tejen
las palabras de mi voz.
Y me calma en los postes los anuncios de
pérdidas, que francamente solos, mucho,
mucho más solos que yo.